Fotografía: Virginia Parra
Despertamos a la primavera, saliendo al mundo después de la metamorfosis. Muchas de las ilusiones confinadas acabaron muriendo en la espera incierta. Algunas personas también se fueron; la vida se encargó de ir ordenando silenciosamente.
Pensé que las alas dolerían al crecer. Que la soledad, quizás, me hiciera insoportables las ausencias. En su lugar encontré un puñado de amapolas, calientes como la sangre, fuego en mis entrañas. Ya no había miedo a la caída, ni a la casa de espejos vacíos. Tan solo una paz, mi mar por fin en calma. Era yo conmigo misma.
Nada faltaba en ese espejo.
«En verdad, muchas cosas dejaron de importarme. Y me alegro. Que me roben las maletas y yo pueda viajar con las manos libres.»
Alejandra Pizarnik
© Virginia Parra Marín