Este es un poema homenaje a uno de mis autores favoritos. Lo escribí en 2016 y forma parte de mi obra La soledad del escorpión.
Lorca fue un artista excepcional (poeta, dramaturgo, músico, visionario…) a quien brutalmente arrancaron la voz una madrugada de agosto de 1936. Su vida y su muerte son una fuente de inspiración continua…
Jamás te encontramos, Federico, pero la belleza de tu alma nos sigue por el aire, como una brizna de hierba: eres el pulso herido que alumbra nuestras propias heridas como un rayo sobrenatural de misterio. Te asesinaron aquellos ignorantes, sin saber que no podían matarte… no sabían que ya eras inmortal.
I. Silencio
¿Hacia dónde caminas, alma triste en la vereda?
Por el sendero de plata se escurre el misterio de tu sombra.
Custodiando tu silencio está la Luna.
Enterraste tus ojos en la soledad pura y ocre,
bajo la danza de los caracoles.
¿Qué secretos en lágrimas ahogados quieres ocultar?
Invisible se volvió tu alma al mundo,
¡si al menos pudiéramos encontrar tus ojos!
Como un sonámbulo te deslizas entre las filas de olivares.
La noche ya no le habla a nadie.
Silencio. Silencio. Y una brisa que espanta.
Las luciérnagas susurran el eco de tu nombre
pero tu voz ya no responde en la madrugada.
Tu voz ya no es tuya,
solo un grito ahogado en la sangre
de la tierra seca.
Manantial de sangre yerma,
¿dónde ocultas tus memorias?
¿Dónde, tu osario de versos?
¿Hacia dónde caminas, alma triste en la vereda?
Por el sendero de plata un rastro de huellas que sangran
y escriben en el polvo: silencio, silencio, silencio.
© Virginia Parra